Todavía estoy fascinado por los resultados del estudio mencionado por Malcolm Gladwell en su libro Blink: El poder del pensamiento sin pensar, lo que nos permite establecer que solo existe una variable para predecir con un 95% de precisión la futura ruptura de una pareja. Esa variable es el desprecio. Si uno o ambos sienten desprecio por el otro, no hay forma de que la relación funcione.

El desprecio es una de las expresiones de falta de respeto más graves y tiene muchas manifestaciones. Cuando Gutenberg inventó la imprenta, acabó con los privilegios de unos pocos que podían adquirir libros y conocimientos. Aquellos que sabían leer o podían acceder a los libros despreciaban a los que permanecían ignorantes y poco hacían por compartir conocimientos. Por eso se dice que la imprenta democratizó el conocimiento.

Hoy, por ejemplo, la tecnología de un teléfono inteligente nos ha dado a todos por igual la capacidad de acceder a información y conocimiento sin distinción de clase social, edad, nivel educativo, etnia u origen.  

Si en una de sus múltiples definiciones, “democratizar” significa que un gran número de personas tiene acceso a algo.

“Respeto” es sinónimo de consideración y aprecio especial, de reconocimiento. Juntos, “democratizar el respeto” haría que la consideración y el reconocimiento fueran accesibles para muchos. En otras palabras, democratizar el respeto sería respetar a todos por igual sin distinción de poder económico, nivel jerárquico, poder, título, condición contractual, edad o cualquier otra barrera discriminatoria en una sociedad determinada. El respeto no debe ser selectivo ni condicionado como lamentablemente hoy.

Esta teoría también se puede aplicar a las relaciones profesionales.

Un desafío que veo todos los días es que las organizaciones, incluso muchas de las más exitosas y las que están clasificadas como los lugares más atractivos para trabajar, respeten a todos sus trabajadores por igual, independientemente de si son gerentes, ejecutivos, profesionales, empleados, trabajadores contratados, jóvenes pasantes o personas con antigüedad. El respeto en los procesos de selección, formación, desarrollo, despidos o recolocación así como las buenas prácticas laborales en general deben ser iguales para todos los trabajadores, independientemente del tipo de contrato laboral que marque su nivel jerárquico en la organización.

Democratizar el respeto sería respetar a todos por igual sin distinción de poder económico, nivel jerárquico, poder, título… o cualquier otra barrera discriminatoria. "
- Ines Temple, directora general de LHH DBM Perú y LHH Chile comparte Twitter

Como líderes que cuidamos de nuestra marca personal, debemos asumir este desafío. Tratar a todos los que nos rodean con el mismo respeto, sin distinción alguna, es un claro ejemplo de quiénes somos realmente. Como todo en la vida, no podemos esperar algo para nosotros a menos que lo otorguemos primero, con generosidad y sin prejuicios, distinciones o desprecio de ningún tipo. Solo así las relaciones con los demás fluirán positivamente, mejorando así nuestra propia reputación.

Por ejemplo, los líderes actuales de empresas exitosas eligen mostrar su respeto invirtiendo en personas de todos los niveles de la organización, y no solo en los mejores talentos o en los ejecutivos de alto nivel. Para invertir en personas que durante años han invertido en ellos. Las personas que cruzan sus puertas todos los días dispuestas a afrontar nuevos desafíos y preparadas para afrontar nuevas demandas. Con este cambio de pensamiento también viene una nueva definición de ROI: rendimiento de las personas.

El retorno de las personas (ROI) es una inversión a largo plazo para las organizaciones que aumentará la productividad y aumentará la moral. Armará a los trabajadores con las habilidades que necesitan para competir dondequiera que vayan (la oficina de la esquina, un piso nuevo o una nueva empresa) y le dirá al mundo exterior que está invirtiendo en el mayor recurso de su empresa y en la gente del planeta.

¡Democraticemos el respeto en nuestras organizaciones!