Hacer pública la empresa familiar es una gran decisión para cualquier familia. Ciertamente, una OPI puede traer beneficios significativos al proporcionar capital externo para impulsar el crecimiento de la empresa, aumentar su visibilidad en el mercado, mejorar sus procesos de gobierno y permitir la planificación de la sucesión. Sin embargo, al mismo tiempo, los miembros de la familia pueden tener preocupaciones sobre la pérdida de control, la influencia de las partes interesadas externas en la estrategia de la empresa y la posibilidad de que una cotización pública tenga un impacto negativo en la cultura y los valores de la empresa.

Si bien una oferta pública inicial no es necesariamente la opción estratégica adecuada para todas las empresas familiares, muchas de las que se han incluido en la lista han prosperado mucho más de lo que podrían haber hecho de otra manera. Más de la mitad de las 500 empresas familiares más grandes del mundo son públicas, según el Índice global de empresas familiares de EY y de la Universidad de St Gallen. Además, el índice muestra que los ingresos combinados de las empresas familiares que cotizan en bolsa aumentan mucho más rápido que los de las empresas de propiedad privada, lo que sugiere que la propiedad pública realmente puede dar sus frutos. 

Claramente, hay muchas cosas que una familia debe considerar cuando decide embarcarse en una oferta pública inicial, sin olvidar las expectativas de los diferentes miembros de la familia.

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