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Javier Benavente Barrón es el honorado regional europeo por el Premio YPO de Impacto Global. El premio se enfoca en los miembros de YPO que hacen impacto fuera de su organización, que es ambos sostenible y escalable, afectando la gente, la prosperidad, la paz o nuestra planeta.

Como emprendedor serial, Javier Benavante Barrón siempre interpretó que la clave para lograr el éxito de sus iniciativas era escuchar las necesidades de las personas. No para lograr un rédito, sino con el foco puesto en resolver requerimientos reales. De hecho, la compañía que lidera desde hace más de 25 años – Alares – tiene como eje ofrecer servicios de asistencia innovadores orientados a “cuidar a las personas y a sus familias para hacerles la vida más fácil”. 

Antes de la pandemia de Covid-19 este directivo ya había ideado un programa de responsabilidad social empresarial que llevaba adelante a través una de sus ONGs llamada Fundación Alares, y estaba orientado a acompañar y ofrecer una escucha activa a adultos mayores en situación de soledad. Originalmente esta iniciativa, bautizada como “Ilumina una vida”, era fundamentalmente presencial: una pareja de voluntarios iba a las casas de estas personas a cuidarlas y hacerles compañía. Ahora bien, cuando la pandemia de coronavirus puso en riesgo las vidas de muchas personas y se decretó el estado de alarma en España, Benavente Barrón no dudó y relanzó el programa en formato telefónico, a través de una línea gratuita que atendía las 24 horas, los 7 días de la semana.  

“Pusimos un teléfono gratuito a disposición del público en general donde cualquiera que se sintiera solo podía llamar, hablar, compartir sus sentimientos y emociones con nuestros asistentes sociales, voluntarios y psicólogos”, relata el ejecutivo.  

Esta expansión del programa a través de una línea  gratuita se lanzó el mismo 10 de marzo de 2020, apenas unas horas luego de decretarse la alerta sanitaria en España. E involucró a más de 150 personas de la propia Alares y a 500 voluntarios de otras entidades privadas del país.  

Un problema preexistente

En España la situación de soledad entre los mayores es un flagelo social acuciante: el 49% de las personas de más de 85 años recibe una o ninguna visita al mes, y más de 5 millones de personas viven solas. Se trata de un porcentaje altísimo para un país de 47 millones de habitantes.  Estas situaciones provocan soledad, inestabilidad emocional, deterioro cognitivo, al mismo tiempo que ponen en riesgo la independencia del individuo en todas sus esferas.  

Naturalmente la pandemia de coronavirus agravó crudamente esta problemática, ya que los mayores se vieron impedidos de salir de sus hogares y el nivel de miedo que tenían produjo una situación explosiva. 

Solamente durante las primeras tres semanas un total de 500 voluntarios asistieron a más de 10 mil personas.  

“Algo que nos sorprendió enormemente fue que entre marzo y octubre de 2020 la media de edad de las personas que atendimos fue de 52 años”, destaca Benavente Barrón, y agrega: “Esto revela que el tema de la soledad no afecta a los mayores solamente, sino que es más general. Y los llamados tenían casuísticas muy amplias: desde individuos que solo querían tener alguien con quien hablar, hasta situaciones muy complicadas, donde las personas estaban pensando en cometer alguna locura porque `su vida no servía para nada´. De hecho en algunos casos complejos nos tocó realizar asistencia presencial, obviamente desplegando todas las medidas de cuidado necesarias”.   

Cuando la gente llama a la línea telefónica del programa lo hace bajo un estricto anonimato, y el servicio les resulta tan esencial a muchos, que llaman varias veces a la semana. “Cuando se detecta que existe algún riesgo o problema, se vuelve a tomar contacto con la persona en cuestión, procurando que el acompañamiento quede en manos del mismo encargado, a fin de construir un vínculo de confianza”, detalla el empresario.  

La sede del Parlamento Europeo en España eligió a esta iniciativa como uno de los proyectos con mayor impacto en el estado en todo el continente europeo. Y dada la grave situación de la soledad que existe en España, y la injerencia que logró el programa, el mismo permanecerá activo sin límites de tiempo tanto a través del teléfono como por la vía presencial.   

Parte del ADN 

“La solidaridad de la sociedad española superó todas las expectativas y se puso de relieve ante la emergencia sanitaria”, dice orgulloso Benavente Barrón, y continúa: “Por ejemplo, hubo compañías de todos los tamaños como Telefónica, Banco Santander y Mapfre, entre otras, que pusieron toda su plantilla a nuestra disposición para que colaboraran como voluntarios. E incluso otras organizaciones, como la marca de embutidos Campofrío, aportaron fondos para ayudar a mantener el programa”.  

De hecho el mismo Benavente Barrón donó el total de los derechos de autor de su libro ¡Quédate Conmigo! 20 Claves para Enamorar a Tus Clientes… ¡y Que se Queden Contigo! para ayudar a financiar el proyecto. Además, él, su esposa e hijos están involucrados personalmente en Ilumina una Vida. Además han atendido las llamadas para conversar con los adultos mayores.  

“Este tipo de iniciativas forman parte de nuestro ADN en Alares, y del mío como individuo: creo en las personas, y considero que las empresas podemos transformar el mundo. Si queremos un mundo mejor, también podremos lograrlo a través de la responsabilidad social de las empresas,” sostiene Benavente Barrón. Y añade: “En todas las empresas en la que estuve siempre me pregunté ´¿cómo puedo cambiar y mejorar el entorno en el que estoy, en la medida de mis posibilidades? Y cuando los colegas de otras organizaciones me preguntan ´¿qué podemos hacer?, les digo que dentro de lo que saben hacer, se fijen cómo pueden ayudar a la gente que realmente necesita. Que lo hagan y lo comuniquen, para que los demás los copien. Así es como vamos a cambiar el mundo”.   

Construir en positivo 

Este ejecutivo entiende que cuando uno da, la sociedad lo devuelve por duplicado: “Hoy el consumidor es mucho más emocional. Le preocupa mucho más el planeta y el bienestar social. Y a aquella empresa que colabora con esos fines, el consumidor automáticamente la tiene muy en cuenta”.   

Benavete Barrón señala que al llevar adelante el programa Ilumina una vida, no tuvo que enfrentar ningún obstáculo: “Hicimos lo que sabemos hacer: teníamos la capacidad organizativa para  poderlo montar, y la capacidad tecnológica para llevarlo adelante”, justifica.  

Además, durante la pandemia, Alares llevó adelante otros  proyectos. “Uno de ellos consistía en hacerle las compras a las personas mayores que no podían salir de sus casas. Salió en los medios de comunicación y automáticamente nos llamó un banco español para pedirnos que le brindásemos ese servicio gratuitamente a sus 1,5 millones de clientes mayores de 65 años. Y ese proyecto fue pagado por esa entidad. No todos sus clientes lo utilizaron, pero lo agradecieron. Y yo creo que esos clientes difícilmente van a cambiar de banco en el futuro”.  

Otro proyecto estuvo relacionado con la automotriz Volvo: la compañía puso los coches, y Alares el personal, y juntos se ocuparon de gestionar el movimiento de los médicos desde los hospitales hasta los domicilios para atender a los niños. “Para mí eso es la responsabilidad social: unir íntegramente la propia actividad del negocio a la necesidad que puede tener el cliente o la sociedad”, recalca Benavente Barrón.  

Creo en las personas, y considero que las empresas podemos transformar el mundo. Si queremos un mundo mejor, también podremos lograrlo a través de la responsabilidad social de las empresas. ”
— Javier Benavente Barrón, Presidente del grupo Alares y Fundación Alares share twitter
Javier Benavente Barrón

Para este empresario, “los políticos tienen que crear las condiciones adecuadas. Pero los que tenemos el poder de cambiar la sociedad somos los empresarios. ¿Cómo? Ocupándonos de la necesidad que está allí. Al trabajar con tu organización para trasformar el mundo que te rodea, aprendes. Es realmente emocionante. Estás contribuyendo a algo sin pensar en el dinero. Pero curiosamente, el mercado te lo reconoce. Y luego vas a facturar más. Lo que das, termina volviendo multiplicado”.  

De hecho en 2020, y aún con la crisis, “la facturación de Alares creció un 15% aproximadamente; mucho más que en años anteriores, y a diferencia de lo que ocurrió en otros sectores”, destaca Benavente Barrón, y continua: “En gran medida, esto se debe porque hicimos muchos proyectos sociales que tuvieron gran impacto. Por eso yo les digo a los directivos de  las empresas: trabajen para mejorar la sociedad. Esa es la forma de diferenciarse hoy. Construyendo en positivo en aquello que cada cual sabe hacer. Con la oreja bien pegada al mercado, para ver qué necesita la gente. Pero desde el corazón, no de manera egoísta”.